viernes, 28 de marzo de 2008

Notas locales sobre intervención urbana: arte, política y ciudad.
Perder el colectivo
Mirta Antonelli- Paula Guerrero

Con una particular inflexión desde fines de los 90 y comienzos de esta década, las experiencias de los colectivos exhiben en Argentina una productiva creación de respuestas a las relaciones entre signos, cuerpo y poder; ensayando cruces entre pensamiento político, agenciamiento social y lenguajes estéticos en el escenario de la ciudad como espacio público.
En tanto prácticas sitiadas y situadas, marcadas por las dislocaciones de las violencias simbólicas, económicas e institucionales, en las propuestas particulares puede leerse una redefinición, contextualmente referida, de las búsquedas por relacionar arte/vida desde el concepto político de habitar la situación o de la puesta en acto que atraviesa el espacio concreto de la ciudad y, por ende, a) cuestiona lo establecido, b) produce un diálogo otro, concreto con otros, y c) concibe la posible emergencia de un colectivo de identificación resultante de la praxis como acontecimiento.
Por su estatuto experimental revulsivo y suturante de lazo social, en sus tensiones con los procesos de sujeción y fragmentación hegemónicos, en esta ponencia nos interesa anclar las reflexiones en torno a la creación colectiva y a la ciudad como espacio público a propósito del Colectivo Situaciones y a la experiencia de intervención urbana del Recolectivo (Córdoba 2003), para dejar señalados, a manera de síntomas, algunos interrogantes en torno al imaginario urbano del Estado provincial en sus políticas y sus operaciones de sustracción de la ciudad como espacio público, es decir, político.

Primera Nota. Hitos para pensar lo local.

¿De qué estado de excepción es índice la estética de guerra de baja intensidad que se desplaza con manchones rojos, sobre negro y blanco, en los móviles del comando de acción preventiva (CAP) que distingue al dispositivo policial de Córdoba de las restantes del país? ¿Qué preguntas nos alcanzan, con la economía de una constelación benjaminiana, cuando la recientemente inaugurada Ciudad de las Artes de Córdoba es el escenario oficial elegido por el gobierno provincial para anunciar planes de prevención del delito en nombre de la (in)seguridad pública[1]?, ¿qué procesos se anudan en esta postal de alianza en la que, de profuso linaje intervencionista en lo urbano –por tanto, público/político-, el arte ahora amurallada es la sede de ratificación del empoderamiento policíaco inconstitucional que viene fragmentando el espacio de la ciudad y el lazo social?[2] ¿Qué exterioridad es ahora depositaria de la violencia epidémica, en un escenario sin subversivos?[3]
Como ha dicho Debord, (1995) “lo que cambia nuestra manera de ver las calles es más importante que lo que cambia nuestra manera de ver la pintura”. El bienio 2003-2005 permite reconocer que, en el cruce de la serie del Estado–policíaco con la del arte, en Córdoba se ha instaurado una asimétrica disputa de relatos, imágenes, cuerpos y palabras en torno a la ciudad y que, sobre todo, se está configurando una nueva manera de mirarla.
Con valor de paradigma indicial, abrimos el bienio en el 2003, con dos hitos: las fortísimas escenas inaugurales de un Estado que militariza la ciudad en nombre de la seguridad, exhibiendo su fuerza autorizada para la violencia legítima, con el Comando de Acción Preventiva (CAP) (13 de marzo) y la experiencia en el campo cultural de intervención urbana, No estábamos hechos para los mismos caminos, textos y performances en los colectivos, carteles en vía pública, realizada por el Grupo Recolectivo que, no obstante inscribirse en una genealogía muy marcada en el cruce de arte/política en Córdoba, tuvo características excepcionales, estableció sus propias marcas sobre y de lo urbano como espacio público. A esta propuesta concretada entre el 11 y el 22 de agosto de 2003 nos referiremos en la próxima nota.
Cerramos provisionalmente el bienio en el año 2005, cuando el Estado Provincial inaugura, el 30 de abril, la Ciudad de las Artes, única en América Latina, y sanciona, cinco días después, el 4 de mayo, la nueva Ley de Seguridad Pública (nº 9235). Es este un instrumento de vanguardia antigarantista a nivel nacional por la que adquieren estatuto legal los ilegalismos policiales que violan las garantías constitucionales, y opera como un dispositivo panóptico: el espacio, los tránsitos y los trayectos interceptados, sus cuerpos y prácticas capturados. Como predio urbano-carcelario no sólo imaginado sino en proceso de objetivación y materialización; la ciudad es ahora retrazada con fronteras internas, ciudadelas que espacializan la fragmentación.
En mayo del 2005, el panóptico anunciado en el CAP como ícono-índice de la guerra y posibilitado por el código de faltas previo a la ley, ha mostrado su consolidación en la criminalización del arte, como ocurriera a propósito de la intervención urbana de Urbomaquia, uno de los colectivos que en el 2003 participara del Recolectivo. Nos referimos a la intervención en los tachos de basura municipales, que culminó con la detención de las artistas[4]. Este hecho, que suscitó réplicas, solidaridades y una contra-intervención urbana en el lugar, cierra a manera de mojón, el bienio que consideramos.
Días antes se inauguraba la Ciudad de las Artes, gheto que ostenta la marca legítima entre los restantes, a la que no fuera invitada la Escuela de Artes de esta UNC[5].
A esta triple excepcionalidad (el Cap, la ley y la Ciudad de las Artes) que distingue a Córdoba hoy, no habría que restarle la de contar con el gobierno que ha firmado, por primera vez en el país, un convenio de colaboración con el Manhattan Institute como experto internacional en materia de seguridad, bajo la consigna Tolerancia Cero y limpieza de las calles de la ciudad de los llamados “terroristas urbanos”. El arte ¿quedará encerrado en la ciudadela financiada por el BID, erigida sobre la memoria del Estado militar del predio del ex-batallón 141?

Segunda Nota. El Recolectivo: creación y prácticas situadas

La creación colectiva No estábamos hechos para los mismos caminos, iniciativa posibilitada por el Instituto Goethe de Córdoba, surge con la idea de realizar un arte público, explorando e interviniendo el espacio público, y sorprendiendo a un público diferente. En un movimiento contrapuesto a la política cultural del Estado Provincial, que sustrae el arte del espacio público, amurallándolo, la propuesta a la que referimos toma la ciudad como diagrama de tránsito y espacio señalizado para ser habitado. El proyecto se concreta en el cruce de redes de artistas internacionales, contactados en la bienal de San Pablo, con artistas locales[6], donde lo colectivo se transforma en el eje de la propuesta, tanto por la instancia del proceso creativo, como por la búsqueda de repensar los vínculos y de reencontrar lo colectivo, en el cruce del arte y la vida. De allí que el colectivo (transporte público de pasajeros, que en lo local se vio trastornado por las reformas) se perfila como la metáfora del espacio común, transformado ahora en escenario de la propuesta artística, que al ser intervenido por las performances en su interior, las frases adheridas en su exterior, los carteles dispuestos en su principal vía de circulación (calle 27 de Abril) y el suplemento con notas sobre la intervención, entregado a los pasajeros o transeúntes, intenta deshabituar la mirada. Precisamente son las miradas las que se constituyen en política de intervención que re-sitúa el lenguaje, la palabra. En el proceso de producción/gestación, la mirada del extranjero es la posibilitadora de distancia, íntimamente relacionada con la necesidad de responder a un contexto catastrofiado que, a nivel local inflexiona una crisis nacional; y la mirada local, discute los modos de mirar y de posibiltar la mirada del público/lo público. Es así que la intervención es pensada por el grupo como una respuesta a la profunda crisis de Argentina; respuesta que, necesariamente, debe dejar de ser arte-objeto, para transformarse en arte-práctica o práctica de/con el arte. (Grupo Recolectivo 2005)

Tercera Nota. Pensar al pie de los acontecimientos: el Colectivo Situaciones

La creación colectiva como respuesta a la crisis ha sido propuesta también a nivel nacional, por el Colectivo Situaciones. En tanto práctica de investigación militante, este Colectivo se sitúa en una búsqueda de sentidos, ya que ve la imposibilidad de continuar pensando el lazo social, el cambio, la identidad y la política, bajo los esquemas o modelos que organizaban el universo simbólico[7]. No es posible procesar el desastre con los saberes disponibles hasta el momento, lo real ha desalojado lo simbólico y, por ende, quedan desarticulados los vínculos intersubjetivos[8].
El pensar frente a esta irrupción de lo real, será para, justamente, habitar la situación en una búsqueda de sentidos, de pistas emergentes, de saberes prácticos, de nuevos lenguajes para recorrer el espacio que la nueva situación abre, para producir hipótesis prácticas[9] sobre las posibles vías de la emancipación, diálogos que puedan potenciar las nuevas experiencias (Badiou 1990 y Badiou en Abraham 1997). Esto implica un no saber predeterminado desde el cual se parte y con el cual se transita esta búsqueda. Pero la incertidumbre, lejos de convertirse en un obstáculo, forma parte de lo que el Colectivo sostiene como condición necesaria para poder partir de lo concreto situacional y, desde allí, en situación, producir saberes que puedan ser útiles a las luchas concretas.
Es en esta misma línea que el Recolectivo se propone recuperar el contexto, tanto nacional como local, señalarlo y traerlo a la vista: habitar el colectivo.

Cuarta Nota. Habitar la situación: el cuerpo y la palabra.

A propósito de la política, el Colectivo Situaciones vio un no positivo, en el enunciado que se vayan todos expresado en diciembre de 2001, que lejos de agotarse en una simple y literal negación, puede ser pensado como una afirmación ética sin precedentes. La palabra es tomada para expresar su agotamiento para expresar lo inédito. Sin embargo, lo inédito es una afirmación. Esto permite pensar en una insurrección de nuevo tipo, en un nuevo protagonismo social y una nueva forma de practicar la experiencia del lazo social.
Es en la búsqueda de la palabra, irreductiblemente insuficiente para decir este estallido, y en la de canales de circulación, donde se vuelve posible la conformación de un sujeto colectivo de enunciación (no hay sujeto legítimo ni habilitado que disponga de la palabra (saberes). De esta búsqueda participa el Grupo Recolectivo, realizando distintas operaciones que resitúan la palabra: la búsqueda colectiva de palabras de emergencia; la posibilidad de fraguar un glosario con y en el cual inscribir la formación socio-histórica de la subjetividad de un colectivo que sólo puede surgir de un campo de experiencia compartido, en un habitar la situación. En la medida en que, como dice Da Porta (2004: 212) “los medios no fueron ajenos a esa ruptura, sus tramas discursivas también sufrieron desgarro, sus narrativas no alcanzaron a explicar lo que estaba ocurriendo y debieron recurrir a retóricas y narrativas disponibles y políticamente más adecuadas para tratar de no perder el liderazgo discursivo sobre lo real”, una fuerte operación de señalización del Recolectivo consistió en una política de la citación: la sustracción selectiva de citas del flujo dominante e incesante del discurso mediático de actualidad y del presente político para recontextualizarlas en un canal de circulación diferente mediante una espacialización urbana suscitativa, bajo la austera consigna de la estética del blanco y negro en cuadro limpio, despojado.
Las operaciones con y sobre la palabra se descentraron respecto al cuerpo como operador intersubjetivo de un campo de experiencia en tanto cronotopo (coordenadas de tiempo y espacio habitado), fuera o contra la saturación de la actualidad mediática, sus cadenas significantes.
A nivel del proceso de creación/ideación, la coordenada del tiempo conjuraba la efímera y vertiginosa actualidad; a nivel de la obra propuesta, la dominante dramática, es decir, las actuaciones sobre el colectivo, implicó un poner el cuerpo de ellos, los artistas que no son actores, junto a quienes viajan en el colectivo, y esa apuesta por la dramatización configuró una ecología de los afectos: humor, absurdo, cuidados, solidaridades; aun con la brevedad del tiempo real de los intercambios, según esa temporalidad hecha de recorridos, paradas, destinos. Una propuesta en nombre del colectivo y del cuerpo propio, dimensión ética.
En las marchas de reclamos por distintos derechos ante el Estado el cromatismo del rojo y negro sobre blanco del CAP ha cristalizado una iconografía que se hace cuerpo y se porta en los cuerpos por aquellos sobre quienes se ejerce la violencia. Los blancos móviles – los criminalizados-, han tomado cuerpo; en ellos literalmente el diseño fusiona la marca del estigma con su portador, replicando la mirada policíaco-represiva, en el mismo acto que la denuncia en el espacio público de la ciudad, por lo que es, a la vez, una resistencia activa.

Quinta Nota. Del agujero negro y los blancos móviles

Si entre 2001-02, la apuesta por la práctica situada sostenía que el presente, en tanto marca del acontecimiento, había adquirido una afirmación que lo volvía un timepo lleno de potencialidades no previsibles ni direccionables, el año 2005 ponía en evidencia que en los procesos hegemónicos en curso lejos se estaba de alimentar colectivos emancipatorios.
En efecto, bajo la forma del pronóstico sombrío, en diciembre del 2005, el Colectivo Situaciones, busca señalizar, con una mirada (auto) crítica, las diversas formas en que la disrupción ha entrado en el agujero negro o diagrama de la normalización del estado de excepción: por un lado, la politización y cooptación del llamado nuevo protagonismo social con el Estado nacional en procesos de fuerte mediatización, y por otra, concomitantemente, la criminalización de la exclusión según retóricas de la (in)seguridad, inscriptas en la pregnante metáfora de guerra interna.
En nuestras notas locales, el año 2003 en Córdoba, sindicaba ya que entre los tiempos del arte y los tiempos del diseño de imaginarios urbanos y políticas públicas hay desfases y asimetrías performativas irreductibles. Cuando el Recolectivo buscaba patrimonializar la ciudad y sus prácticas en el cruce de miradas que sostenían su ecología de los afectos, el Estado instituía la Ecología del miedo, la estetica de guerra de baja intensidad y el panóptico de la ciudad con las nuevas fronteras que tabican los guetos de la Red Vida( designación del plan de segmentación en ciudadelas en las cuales se emplazan la población socio-económica más vulnerable, erradicando los asentamientos urbanos y liberando los terrenos fiscales al ávido mercado inmobiliario y a las empresas del sector de la construcción)[10]. Mientras el arte apostaba a la cotidianeidad de la intersubjetividad texturada con y en el poner el cuerpo con otros, en el espacio de el/lo colectivo, el Estado diagramaba los dispositivos de control, marcación y apartamiento. Así, en el 2005, ya se han consolidado cuerpos como blancos móviles, con su doble valencia:
“Siluetas-humanas: evocan el cuerpo como campo de batalla donde se juega el pasaje del terror a la capacidad de crear. Cuerpos en su doble dimensión de aquello que se tortura, humilla, viola, atemoriza, que se compra y vende, que se anula; pero también materia viva capaz de activar, re-accionar, desear, componer, crecer, imaginar, resistir. Como ideal modelable y territorio último de toda experimentación. El cuerpo como escenario de lo político y sitio de conversión entre tristeza y alegría: blanco de violencia y fuente de agresividad resistente. Objeto de los poderes y sujeto de las rebeliones; obsesión de la explotación y fuente de valor y cooperación; sustancia sensible a la mirada, a la palabra, y término de sujeción o potenciación colectiva” (www.situaciones.org, 2005).
Del colectivo, a las cofradías del miedo; de la solidaridad y sus modalidades, al dispositivo policíaco de delación bajo el nuevo imaginario del orden ante un des-orden que reclama des-apariciones de la ciudad, sus espacios y eventuales cruces de miradas. No ver/no ser visto, mirar para conjurar conductas y meras presencias que intranquilizan, mirar buscando el blanco. En el caso del arte de intervención urbana de Urbomaquia, es la criminalización y la respuesta a replicar con los cuerpos del delito, colectivamente.

Nota Final. Vaticinios

Como algunos vienen sosteniendo hace ya unos años, en tanto objeto de atención y espacio de intervención de políticas, la ciudad viene mostrando cada vez su carácter de condensador de procesos que auguran en su complejidad lo que, desde una perspectiva translocal, Mike Davis (2006) propone como la divisoria entre ciudad imperio/ciudad miserable o ciudad de la misera. Córdoba está en fase de implementación de procesos como los que Davis atribuye a la ciudad miseria, pero en consonancia con las líneas de intervención para las ciudades de América Latina que el Manhattan Institute for Policy Research publicita, en tanto think tank con la consigna “Turning intellect into influence”.[11]
En efecto, la postal en la que el gobernador anuncia, a un año de concluir su segundo mandato, el refuerzo del plan de seguridad pública en la Ciudad de las Artes puede ser leída como marcada por indicadores de diversos procesos:
-el rediseño de la ciudad, que comienza como obra pública en su segunda gobernación, con las prácticas de marcación y separación de espacios, legibles como estrategias de guetización a la vez que panóptico de los sectores sociales excluidos del sistema formal del trabajo, de la educación, de la salud (¿vida residual?) biogubernamentalidad. La Ciudad de las Artes es el encierro-gheto que porta el valor diferencial de prestigio en un sistema urbano-carcelario, como le llaman algunos (Bouvier-Cosacov 2005);
-el fabuloso mercado inmobiliario que ese diseño representa para grandes capitales inversionistas de igual manera que la transferencia de tierras del interior provincial;
-los grandes negocios que representan la construcción de las cárceles y las redes de connivencia entre grupos empresariales y el poder político;
-el empoderamiento de las fuerzas policiales en una densificada red microfísica, por la vulneración del estado de derecho mediante instrumentos legislativos violatorios de las garantías constitucionales y de los tratados suscritos por Argentina en materia de DDHH. Este policiamiento remite a la nominación que el propio estado se asigna, el Estado en Prevención;
- la modelación de una sociedad civil adecentada, que conlleva la profundización de tensiones entre universos culturales diversos y diferentes por variables de condición socio-económicas, educativas, migratorias; retroalimenta la estigmatización de los blancos móviles entre políticas sociales y políticas públicas de seguridad, y la criminalización con una fortísima impronta en la construcción social del miedo que vuelve no sólo aceptables sino exigibles las prácticas policíacas y formas de vigilantismos y cacería, que desvirtúan las prácticas ciudadanas.
¿Qué destino le está reservado al arte público, qué modos de co-presencia a los intervencionistas, en esta ciudad regida por la mirada que criminaliza y judicializa, cuando el arte oficial, sus rituales y oficiantes, está encerrada en el espacio de la institución –el museo- y en la Ciudadela?

Notas

[1] Estos interrogantes y un análisis del dispositivo de alianza al que remiten fue presentado en “Sobre el Estado violento y la definición de `seguridad pública en Córdoba´. Inscripciones de la `ciudad futura´”, conferencia de Mirta A. Antonelli en el Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Buenos Aires, el 1º de junio de 2006.
2 Ver “De la Sota lanza otro plan de seguridad”, sección política, La Voz del Interior, 16/05/06 y página oficial del Gobierno de la Provincia, Noticias.
3En nuestra investigación actual del binomio seguridad/inseguridad y la retórica del miedo advertimos en los dos últimos meses, la configuración de la peste, reiterada alianza de medicalización y juridificación de la violencia –epidemia, contaminación, etc.- en el discurso oficial de funcionarios públicos y medios locales, como parte del dispositivo sociodiscursivo local sobre la violencia en tanto problematización de lo social, esto es, la emergencia o disrupción de una problemática social en una red de discursos e instituciones, a su puesta en discurso, al modo en que circula por distintos espacios sociales y también a las relaciones de poder que posibilitan su emergencia en el dominio público (Foucault: 1991).
4 La intervención con stencil, consistió en reproducir en los tachos de basura ubicados en la peatonal, con la estética y los colores que emplea la municipalidad, la frase-fallo “Hay mundo por poco tiempo”. Las artistas fueron denunciadas por un buen vecino, detenidas –demoradas- por la policía en una ambigua situación respecto a la tipificación de la acción -¿delito?, ¿vandalismo?-.
5 En ella se ubican el Conservatorio Provincial de Música Félix Garzón, la Escuela de Artes Aplicada Lino E, Spilimbergo, la Escuela Integral de Teatro Roberto Arlt, la Escuela Provincial de Cerámica Fernando Arránz, la Escuela Provincial de bellas Artes José Figueroa Alcorta; cuenta con el auditorio Juan Domingo Perón, y una Sala de Exposiciones. Sup. 19.152 mts2, significó un costo de 38.542.000, financiados por el BID. Esta inauguración se produce en el marco del recorte de la carga horaria para las materias de enseñanza artística que efectuó el gobierno provincial, señalada en nota de opinión por la Escuela de Artes de la UNC y en un documento firmado por Sandra Mutal, artista de Colectivo de Situaciones y Urbomaquia, docente de plástica y jefa del departamento de Plástica de la referida escuela, decía: ”Pensemos por un instante que las Escuelas de Artes ubicadas en el nuevo predio, con mayor espacio físico, atraerán seguramente a más jóvenes, que verán en ellas un futuro. Es el mismo gobierno quien limita esas posibilidades al sancionar decretos que dejarán sin trabajo a gran parte de la población docente; es más, hoy ya hay colegios que no tienen docentes de enseñanza artística”. La ciudad de la Artes, ¿qué significa además de endeudamiento provincial ante el BID, monumentalismo del Estado en nombre de la memoria peronista para beneplácito de las empresas contratistas, encierro del arte? Los constantes reclamos salariales de los docentes y pasantes han sacado a la calle otra vez al arte que el Estado ha amurallado.
6 Walter Riedweg (suizo) y Mauricio Dias (brasileño), Marcilio Braz (brasileño), Alejandra Bredeston, Sara Carpio, Azul Ceballos, Jorge Díaz, Graciela Rasgido, Grupo Urbomaquia: Guillermo Alessio, Liliana Di Negro, Magui Lucero, Sandra Mutal. Cf. Grupo Recolectivo, Goethe Institut Córdoba, 2005.
7 Gutiérrez y Lewkowicz (2004) nos proveen dos categorías que nos permiten pensar la problemática de cómo se construye el lazo social en una Argentina catastrofiada post-diciembre 2001: desastre y catástrofe. La catástrofe es una de las posibles respuestas simbólicas al desastre. El desastre es un concepto cualitativo que nombra la gravedad de los daños ocasionados, por el hecho de que esos daños o pérdidas (tanto materiales como humanas) no pudieron ser superados con los mecanismos usuales con los que la sociedad afronta las emergencias. Ahora bien, frente a la irrupción que altera el orden de las cosas, o sea, el desastre, Lewkowicz plantea tres posibilidades de hacerlo inteligible: como trauma, como acontecimiento o como catástrofe. Los sucesos de diciembre en Argentina corresponden a esta última; muestran sta incapacidad para procesar simbólicamente con los conceptos, lenguajes o prácticas previas: que se vayan todos, en un contexto de multitudinaria desobediencia al estado de sitio decretado por el presidente, pero que se manifestó de manera espontánea, sin banderas, sin dirigencia político-partidaria, sin consignas propositivas, sin reforma y sin revolución.
8 El efecto en el sujeto del cese del marco simbólico ha sido estudiado con relación al Estado de amenaza por Janine Puget (1991: 31): “El Yo siente cuestionados aquellos puntos de certezas en los cuales basa su identidad social. La incertidumbre y la angustia a ella ligada se transforman en un estado cuya función desorganizadora ataca aquellos referentes que otrora dieren coherencia a la identidad y pertenencia.”
9 Desde su perspectiva radical, para A. Badiou (1990) la política reside fuera de todo lazo de representación –lo que denomina ficción-, siendo la política la fuerza que toca lo real a manera de un corte, acontecimiento que al disrumpir, desaloja saberes y abre la posibilidad de hipótesis prácticas.
10 Contribuyendo a las conurbaciones, este plan reactiva la memoria peronista como parte de sus políticas públicas sobre la cuestión social, entre las ciudadelas se encuentran Ciudad Evita, Ciudad de los Niños, Ciudad Angelelli, Ciudad de mis Sueños, etc.
11 En la web del Manhattan en su página inicial encontrarán los investigadores asociados, los “méritos” alcanzados en la región y las líneas “for policy research” en la cual se afirma su voluntad de liderar los cambios para América Latina, promoviendo “encuentros e intercambios beneficiosos para ambos hemisferios”: Crimen y Vigilancia, Reforma de la Educación e Innovación Municipal.

Referencias bibliográficas

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Bouvier, H.-Cosacov, G. (2005) “¿Está seguro? Apuntes para el rechazo de la nueva ley de seguridad” en Sociodisea. Año III, nº 4. Inecip Córdoba. 8-12.
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Gutiérrez, C. y Lewkowicz, I. “El desastre y su procesamiento: la insuficiencia jurídica” en Intervención en desastres y catástrofes: ética y complejidad. Sistema multimedial en CD-ROM. IBIS International Bioethical Information System.
Puget, J. (1991) Violencia de Estado y Psicoanálisis. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

Antonelli, Mirta Alejandra: Lic. y Prof. en Letras, Mag. en Sociosemiótica, Docente–Investigadora, Coordinadora del Programa Discurso, Cultura Mediática y Poder, directora del proyecto “Cultura mediática, pasiones y política(s). El `lazo social´ en la construcción de actualidad (Argentina, post-diciembre 2001), en el Centro de Investigaciones Facultad de Filosofía y Humanidades, Secyt-UNC. Coordinadora del libro Cartografías de la Argentina de los 90. Cultura mediática, política y sociedad. 2004, Córdoba: Ferreyra Editor. Autora de numerosos artículos en libros y revistas nacionales e internacionales. mantonel@ffyh.unc.edu.ar

Guerrero, Paula: Profesora en Letras Modernas por la U.N.C. Es auxiliar de investigación por concurso del Programa Discurso, Cultura Mediática y Poder en el proyecto “Cultura mediática, pasiones y política(s). El `lazo social´ en la construcción de actualidad (Argentina, post-diciembre 2001), paulitaguerrero@yahoo.com.ar











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